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Alternativas a la flauta dulce en los colegios
La pandemia da paso a otros instrumentos musicales

Desde que se empezó a estudiar música en los centros educativos, la flauta, especialmente en Primaria, se convirtió en la estrella de dicha asignatura. Y, aunque la música está relegada a un segundo plano en la actual legislación y, aunque la mayoría la considera una "maría" - ya hicimos una entrada en este blog en ese sentido-, el profesorado pone todo su empeño, entusiasmo y sabiduría en hacerle un hueco en el quehacer diario en los colegios.. Pero ¿se enseña bien música en las aulas? ¿Vamos por el camino adecuado?

Realmente, en ese sentido hay discrepancias tanto en el modo como en la forma y una de las notas discordantes es la utilización de la flauta dulce que, aparentemente, está empezando a quedar relegada.

¿Por qué se enseña la flauta dulce en los colegios?

 La música se compone de  ritmo, melodía y armonía y todo ello ha de enseñarse en las clases de música. Para trabajar la melodía, además de la voz, se recurre a otros instrumentos y es ahí donde entra en juego la flauta. El principal motivo por el que muchos docentes eligen la flauta para impartir sus clases es porque se trata de un instrumento barato, asequible y accesible para casi todo el mundo. Los niños y niñas deben practicar con instrumentos musicales y, dado que en el currículo de Primaria el área de música actualmente queda reducido a tan solo una sesión, si se quiere que se amplíe en casa se hace necesario el que se cuente con un instrumento para poder estudiar y la flauta es la opción más económica. Sin embargo, ¿es la más adecuada?

La flauta es un instrumento muy melódico y, a priori, muy dulce. Pero, al haberse estandarizado las flautas de plástico, pierden bastante de esa dulzura y se hacen bastante chillonas y estridentes a lo que hemos de sumar que no es tan fácil como parece y que, si no se controla bien la respiración, si no se tapan bien sus orificios... comienzan los problemas del mal sonido, las desafinaciones en grupo y, por ende, la falta de motivación, sobre todo, en quienes tienen problemas de coordinación y de psicomotricidad fina y, por ello,  mayor dificultad para llevar a cabo sus interpretaciones. Afortunadamente, se han inventado unas pequeñas sordinas que palían el sonido y que agradecen familiares y vecindario.

A pesar de todo ello, los libros de texto contemplan a la flauta como el instrumento que se ha de enseñar en la escuela y muchos docentes se empeñan en que, al ser barato es el mejor.

¿Y en pandemia qué hacemos con la flauta?

Parece increíble pero con la llegada del COVID 19 y las medidas restrictivas el profesorado de música tuvo, utilizando una expresión que está muy en boga, que reinventarse. Los más clásicos buscaron estrategias para continuar con la flauta mediante la grabación de vídeos y audios. Con ello, además, se lograba que la desafinación grupal no existiera al tratarse de un único intérprete.

No obstante, otra parte del profesorado aprovechó la coyuntura para dar un giro y un cambio de instrumento. Los tradicionales xilófonos - muchas veces relegados-  empezaron a cobrar nuevamente más protagonismo . Sí, porque hubo un tiempo en el que las escuelas formaban grandes orquestas escolares con xilófonos, metalófonos y carrillones siguiendo la pedagogía de Orff. Lo cierto es que esos xilófonos son caros y necesitan de un mantenimiento. Afortunadamente, hoy en día, se fabrican otro tipo de xilófonos mucho más asequibles a la par que atractivos.

 

Hay también quien se ha inclinado por un instrumento que está muy de moda, el ukelele. Este instrumento es divertido, pequeño - por lo que se puede tocar desde edades tempranas- fácil de tocar y permite cantar a la vez.

 

Y en estos tiempos se están poniendo muy de moda los tubos sonoros. Son de percusión, como el xilófono, pero producen también sonido. Son 8 puesto que forman una escala diatónica (Do-RE-MI-FA-SOL-LA-SI-DO) y son muy divertidos y fáciles de tocar.

 

En conclusión, que el problema de la pandemia ha traído nuevas alternativas a los colegios y ha ayudado a una gran parte del profesorado a dar un paso del cambio en sus clases de música. Quizás, todo ello contribuya a una mayor motivación, a la mejora del aprendizaje de la música en los colegios y a enganchar a futuros y futuras instrumentistas. El tiempo nos lo contará.

                                                                                                                                                            Lydia Marcelo



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