True

  • Música 75 ad libitum
  • |
  • email: info@musical75.com 
  • |
  • Telf. 947 33 27 02
Mujeres en la música
Safo de Lesbos

Desde el origen de las primeras civilizaciones, las mujeres han sido relegadas al ámbito doméstico. Nada fuera del cuidado del hogar y de la familia estaría a su alcance, motivo por el que resulta complicado -aunque no imposible- encontrar referentes femeninos en la Historia. Aparentemente, durante siglos las mujeres han estado ausentes en muchos ámbitos de la ciencia, de la cultura y, en definitiva, de una Historia que se ha contado sin ellas. La historia de los hombres parecía extensiva a la de toda la humanidad, obviando, por tanto, que de esta forma se estaba excluyendo a la mitad de la población humana.

Esta lacra perpetuada durante siglos ha estado avalada por multitud de discursos de autoridades científicas y humanistas que, con un tono variable, han dado cobertura intelectual a la exclusión o subordinación de la mujer. Para Aristóteles la mujer no era más que «un hombre incompleto y débil, un defecto de la naturaleza», Hegel consideraba que las mujeres «no están hechas para las ciencias más elevadas», Auguste Comte habló de la «debilidad intrínseca de su raciocinio» y Fichte afirmó que «en el matrimonio, la mujer expresa libremente su voluntad de ser anulada ante el Estado por amor al marido». Arthur Schopenhauer creía que «solo infundiéndoles temor puede mantenerse a las mujeres dentro de los limites de la razón»; esa «miopía intelectual» que les atribuye explicaría que nunca fueran capaces «de producir una obra perdurable». Así pues, no resulta sorprendente que la mujer no haya podido trascender en la historia al mismo nivel que lo han hecho el hombre, bien porque durante siglos no se le permitió desarrollar sus capacidades o bien porque las que lo hicieron y consiguieron erigirse en referentes sociales fueron eclipsadas por sus coetáneos masculinos.

La música no ha sido una excepción. Todavía hoy cuesta encontrar figuras femeninas en los roles más prestigiosos de la industria, sobre todo, en el ámbito de la música clásica. ¿Cuántas mujeres compositoras o directoras de orquesta podríais enumerar? ¿Y hombres? Esta disparidad no resulta casual: tiene su origen en la falta de visibilidad y en la exclusión constante que ha padecido la mujer también en el entorno de la música. En el año 1686 el Papa Inocencio XI afirmó que «la música es totalmente dañina para la modestia que corresponde al sexo femenino, por lo que ninguna mujer, con ningún pretexto, deberá aprender música ni tocar ningún tipo de instrumento». Afortunadamente, fueron muchas quienes se pasaron estas palabras por el arco del triunfo, mucho antes, incluso, de que este Papa naciera. Hoy, os presento a Safo de Lesbos, la primera mujer compositora que menciona la historia.

                                         


Safo nació en la pequeña aldea de Eresos, situada en la isla de Lesbos, en el seno de una familia aristócrata venida a menos. Aunque se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, se estima que se produjo entre los años 630 y 612 a. C. Siendo todavía muy joven, se hizo cargo del negocio familiar puesto que, cuando se declaró la guerra entre Lesbos y Atenas con motivo de las disputa por Sigui (pequeña colonia de gran importancia estratégica para el comercio griego), el padre de Safo fue llamado a las filas y fallecido en combate. Sin embargo, pese a que el negocio debió de alcanzar su máximo esplendor bajo su dirección, la verdadera pasión de Safo residía en la belleza propia de las artes. Así pues, entre embarques y desembarques de toneles de vino, Safo tuvo tiempo para dedicarse a componer distintas piezas musicales, frecuentemente en honor a la diosa del amor y la belleza, Afrodita. A continuación, os comparto la Oda Afrodita, una canción de Safo que interpreta Daniela Horovitz:

ODA A AFRODITA

Sin embargo, su activa vida política propició su participación en las luchas políticas del momento: se opuso abiertamente al tirano Pitado y participó en la fallida conspiración contra el tirano de Lesbos. Pitaco perdonó la vida a los implicados que, no obstante, fueron condenados al exilio en Siracusa, ciudad situada en la costa sudeste de Sicilia. En torno al año 593 a. C., Safo partió rumbo a Siracusa, lugar donde se casó con Kerkilos, un rico mercader con quien tuvo una hija llamada Kleis, y donde desarrolló una vida intelectual muy intensa: se nutrió de otras culturas mediterráneas que constituyeron un pilar fundamental para su evolución personal.

Tras seis años de exilio, Pitaco levantó el castigo a sus conspiradores y Safo pudo regresar a Lesbos. Allí, al más puro estilo platónico, fundó una especie de academia, conocida como la Casa de las servidoras de las Musas, dedicada a la educación de jóvenes vírgenes lesbias que eran instruidas en las artes, el canto, la danza y la literatura. En el seno de sus clases creó una extensa serie de poemas, muy reconocidos en su época, que interpretaba acompañada de una lira. A nivel estilístico, fue pionera en la proclama de poemas cantados en primera persona. Sus canciones situaban al amor como principal tema poético: cantaba a las contradicciones, pasiones y ternuras propias del amor cotidiano. Safo amó tanto a hombres como a mujeres y en su poesía cantó a este amor sin recato alguno.

Por desgracia, fue esto lo que paulatinamente propició que su relevante imagen se desdibujara hasta quedar reducida a la de una mujer de cuya historia nace la palabra lesbiana, una mujer lasciva y entregada exclusivamente al frenesí sexual. En el año 1073, el Papa Gregorio VII ordenó quemar todos los manuscritos que incluían los poemas sáficos -inmorales y pecaminosos según su criterio-, con lo que se perdió para siempre una parte muy importante de su obre poética, una obra que indudablemente influyó en Horacio, Ovidio, Catulo y otros poetas clásicos que también amaron. Si bien es cierto que la bisexualidad fue algo común en las antiguas culturas clásicas, nadie parece recordar los amores homosexuales de Platón y otros filósofos. Afortunadamente, su orientación sexual no condicionó la relevancia de su obra… ¿será porque eran hombres?

En cualquier caso, es de justicia volver a situar a Safo en el lugar que le corresponde, pues fue la primera mujer que comprendió el arte poético y musical de su tiempo renovándolo, dulcificándolo y adaptándolo a su estilo para poder expresar sus ideas y sentimientos. Si el mismísimo Platón la concebía como la décima musa griega y el propio Dionisio de Halicarnaso la consideraba el principal exponente de la poesía lírica en Grecia, no se entiende que su obra no se estudie en los colegios. Por eso, hoy reivindico su importancia y, en las próximas entradas que yo firme en este blog, reivindicaré la relevancia de otras muchas mujeres olvidadas que, no obstante, fueron esenciales en la música.

Me despido con Daniela Horovitz que canta de nuevo a Safo de Lesbos a través de los versos de  Y voy a acostarme sola

 
 


                                                                                                                                                                            Celia Miguel

Sobre el coro en la lírica

To install this Web App in your iPhone/iPad press and then Add to Home Screen.